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Editorial 836

 


Nadie triunfa o fracasa en un instante


Para ganar una maratón es necesario recorrer 42.195 metros y llegar a la meta antes que los demás competidores. Para lo cual es necesario entrenar durante años y avanzar paso a paso hacia la meta.


Para escalar el Everert, hay que ascender 8.848 metros. Supone muchos años de entrenamiento, de aprendizaje y de disciplina física y mental.

Miles de personas han intentado coronar la cima del everest en los últimos 50 años, pero sólo 3431 lo han logrado. Dentro de este grupo selecto de escaladores hay 253 mujeres.

El Monte Everest se ha cobrado 216 personas que han muerto en el intento.


Si uno de tus sueños es escalar el Monte Everest deberías saber que las expediciones tienen un costo de 20.000 a 50.000 euros, más una cuota de 10.000 euros que debes pagar al gobierno de Nepal por intentar escalar la montaña.


Como puedes observar, todo logro importante supone un proceso largo, ya se trate de lograr conocimiento, riqueza, sabiduría, poder o virtud.


Las conductas humanas obedecen a hábitos positivos o negativos que se van consolidando con los años y marcan pautas. Todo en la vida son procesos que se van sucediendo de forma progresiva. A veces tenemos conciencia clara de estos procesos, y a veces avanzamos de forma imperceptible hacia un final.


La Ley de Acumulación rige para todo, para las montañas, para los mares, para las selvas, para la riqueza, para el conocimiento, para la experiencia, para la salud, para el éxito y también para el fracaso.


Las crisis, las guerras y las revoluciones son el producto de la acumulación de injusticias y frustraciones.


Es importante tomar conciencia desde niños y saber que todo lo que hacemos se acumula y nos marca para toda la vida.


Hay jóvenes que a los 20 años dominan cuatro idiomas. Te imaginas lo que llevan ganado para el futuro. Estos jóvenes no han sacrificado su infancia ni juventud por el aprendizaje de estos idiomas, simplemente han tenido disciplina y han aprovechado el tiempo en vez de perderlo inútilmente.


La vida de la mayoría de las personas es monótona y repetitiva, de modo que las experiencias de hoy son una copia al calco de las experiencias de ayer. Por esta razón, pasan los años y el cerebro de los adultos está vacío de conocimientos, de experiencia y de sabiduría. No es suficiente con vivir, es necesario aprender, renovarse y adquirir nuevas experiencias.


Muchas veces nos sorprendemos de nuestros comportamientos y de los resultados obtenidos, buenos o malos, pero todo es resultado de nuestras programaciones internas y de la dinámica de nuestra personalidad profunda, la cual hemos alimentado a lo largo de nuestra vida. De modo que, cada uno es lo que hace de sí, y, en el fondo, cada uno hace lo que desea hacer desde lo íntimo de su ser. El ladrón roba porque en lo íntimo de sus ser es ladrón y desea robar. El que es honesto no tiene el deseo de robar, porque su programación moral no lo acepta y si le llega la tentación, la desecha.


A veces tomamos conciencia de las cosas y deseamos cambiar, pero ocurre que nuestra voluntad consciente choca con la voluntad inconsciente, que es al fin y al cabo la que decide, de acuerdo a la dinámica profunda que hemos creado nosotros mismo.


El cerebro posee una dinámica propia, hasta cierto punto, independiente de la voluntad consciente de las personas. Esta dinámica está dirigida desde las estructuras profundas. Las estructuras profundas son la realidad auténtica de la persona, es decir lo que verdaderamente piensa, cree, ama y desea. Esta realidad es inconsciente.


En cierto modo, los padres crean estas estructuras a través de la educación y programan a sus hijos para el éxito o para el fracaso. La actitud que toman los hijos en la infancia determina en gran medida su destino; sin embargo, el ser humano es inteligente y libre y puede tomar el control de su vida en cualquier momento; pero lo cierto es que, una vez puestas las premisas se desencadenan los procesos correspondientes.


Existen muchas cosas circunstanciales que pueden ocurrir en un instante, pero las cosas importantes son el resultado de procesos largos y complejos que se van gestando poco a poco hasta que al final ocurre el desenlace.


Conclusiones


1. No podemos regresar al pasado para cambiar las cosas, pero sí podemos aprender a no repetir los mismos errores.


2. Como nuestra vida depende de la estructura profunda (creencias, criterios, valores, conductas y sentimientos) debemos centrarnos en el fortalecimiento de los mismos y no perder tiempo en cosas superfluas.


3. Cada decisión nos marca de alguna forma y nos impulsa hacia el éxito o el fracaso; de aquí la importancia de pensar antes de actuar y de luchar contra la pereza, el egoísmo y la mediocridad.


4. Nadie triunfa o fracasa en un instante. Puede existir un momento de inflexión en el que las cosas se dan a nuestro favor, pero ese momento de gloria está precedido por miles de momentos de esfuerzo. De forma similar el fracaso en el estudio, en el matrimonio o en el trabajo, está precedido de muchos errores que se han ido acumulando, hasta que al final la situación se hace insostenible y se produce la quiebra.


5. El éxito y el fracaso son conceptos relativos.
El éxito, más que en el logro de cosas puntuales, consiste en una actitud y en un estado mental de satisfacción o plenitud. Lo ideal es que esta sensación perdure en el tiempo. Se trata de ser feliz constantemente, a pesar de los problemas. Esta situación se logra cuando valoramos lo que hemos logrado en vez de lamentarnos por los fracasos.


El fracaso es un estado mental de vacío y frustración, por no lograr los objetivos esperados. Cuando las personas viven habitualmente con una sensación de fracaso se debe a que su enfoque de la vida es erróneo. Necesitan rectificar.


La vida de cada persona es un estado mental más o menos estable, debido a que la estructura fundamental de cada persona es casi la misma a través del tiempo, por lo cual, las personas son habitualmente felices o infelices.


Lo más inteligente que podemos hacer es crear las mejores condiciones para que nos ocurra lo mejor, y tener presente que todo lo que hacemos nos marca para siempre.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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